DESASTRE DEL 98



 

          DESASTRE DEL 98 

El 3 de julio de 1898, la flota comandada por el almirante Pascual Cervera fue aniquilada por la marina estadounidense al intentar abandonar el puerto de Santiago de Cuba. Esta derrota significó el cierre de la guerra hispano-estadounidense, que había iniciado el 20 de abril de ese mismo año, y marcó el fin de cuatro siglos de dominación imperialista española. Este acontecimiento es conocido como el Desastre del 98.

En ese mismo año, Estados Unidos, la nación con la economía más robusta y activa del planeta, buscaba extender su influencia más allá de sus fronteras. Este deseo de expansión colisionó con los intereses coloniales de España, convirtiendo a Cuba, Puerto Rico y Filipinas en objetivos fáciles de conquistar.

El desencadenante del conflicto fue la explosión del acorazado estadounidense Maine en el puerto de La Habana el 15 de febrero de 1898, que resultó en la muerte de 266 marineros. Una investigación estadounidense llegó a la conclusión errónea de que la explosión había sido provocada externamente, posiblemente por una mina, y atribuyó la culpa a España. Aunque posteriormente se demostró que esta afirmación era incorrecta, Estados Unidos ya tenía la justificación necesaria para declarar la guerra.

El desenlace de la guerra incluyó, el 1 de mayo, la destrucción de la flota española del Pacífico, bajo el mando del contralmirante Patricio Montojo, seguida por la aniquilación de la flota del Atlántico del almirante Cervera.

Para España y el sistema político de la Restauración, la pérdida del imperio no trajo consigo consecuencias políticas inmediatas, pero dejó una huella profunda a largo plazo. Entre las élites y la comunidad intelectual se instauró un sentimiento de desánimo en relación con la identidad española y una percepción de fracaso nacional. 






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